miércoles, 24 de octubre de 2007

Entre anecdotarios

He estado buscando aquellas anécdotas que puedan ser interesantes para todos pero no encuentro un orden que pueda ser a la vez atrayente y al que se le pueda seguir un hilo que sea a la vez tambien conductor de las historias.
Asi que simplemente iré dejando de a poco lo que vaya recordando de aquellos años.

Y tal vez lo primero que siempre recuerdo es una extrañana tarde que se me ocurrió ir al colegio (las clases eran en las mañanas) simplemente para ver cómo era el colegio vacío, ¿tendría unos 7 u 8 años?, no lo se; pero estaba allí , el colegio vacío o casi vacío, con un grupo de otros niños jugando en el segundo patio. Jugaban con uno de los sacerdotes del, túnica café, capucha inmensa caida en la espalda y una cabeza que brillaba al reflejo de una calva conocida.
Me fuí a sentar en las graditas que dividían uno y otro patio, me parecía extraño ver a aquel hombre de vozarron terrible jugar con esos otros chicos. Generalmente cuando lo miraba atinaba a bajar la vista y escapar de él cuando se cruzaba por los pasillos a la hora de las clases, siempre con su puntero de madera de alrededor de un metro en la mano, no permitía ningún tipo de desorden, bata gris y una boina negra en la cabeza, así era el Padre Agustin Barrios, director del colegio, las mañanas de clases, sin embargo ahora lo veía distinto, con su túnica de la orden parecía mas uno de esos sacerdotes salidos de las páginas de las revistas que leía por las tardes (la televisión era un lujo que no todos disfrutábamos, que ademas, apenas tenía un poco tiempo de estrenada).
Lo vi jugar con ellos un buen rato hasta que se cansó y tomádose de la mano se sentaron en medio del patio bajo el sol.
No recuerdo cuanto mas estuve allí ni lo que pasó después esa tarde, solo se que a partir de allí me di cuenta que el leon no era fiero, solo estricto.

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